Reconozco mi admiración –mi devoción casi- por Jorge Muñoa desde que entré en la redacción del periódico. No sé si queda poco ético, o infantil, pero creo que tener referentes siempre es bueno y no me sonroja confesar que este periodista de la agencia EFE es uno de ellos… y ahora más si cabe después de conocerle y saber realmente cuál es su forma de pensar y su deontología sobre el periodismo.

Absorbí como nunca hasta entonces la explicación sobre la forma de funcionar de la cuarta agencia de información del mundo, sobre la necesidad de encaminar las crónicas hacia la asepsia total, y me congratulé de una de las muchas frases que me quedarán ya en la memoria y ojalá me sirvan para tomar ejemplo: la única protagonista en una agencia –yo diría que en cualquier medio- es la información. Nunca debería haber cabida para las conjeturas, el rumor y para la opinión gratuita, el estilo debe ser divertido, distinto y agradable, y así como en el deporte existen valores éticos, en el periodismo tampoco vale todo. ¡Que grandes verdades!

De Muñoa me atrae su estilo periodístico, su concreción a la hora de analizar los hechos, su variedad de recursos, sus conocimientos sobre el baloncesto, y su rapidez. Creedme, cuando son las diez o las once de la noche y lo único que te aparta de tu casa tras ocho horas de trabajo es recibir la crónica desde Madrid de un partido, éste último punto es clave. El problema es cuando el espacio de tu maqueta es limitado y la información te atrae tanto que te sientes como una especie de talibán profanando arte. ¡Lo siento!