En el barrio decían que era mujer de dos hombres
Se colocaba al final de la barra del bar, mirando a la puerta, como si temiera ser sorprendido. Llevaba la gabardina más cara de la ciudad, como un actor de cine de esos que aparecían en la pantalla del cine Pathé. Allí, en la última fila, la besó por primera vez, a ella que había nacido el mismo día que su esposa pero veinte años después. Las dos eran morenas, guapas de fotografía, con ojos huidizos de gata. Mi padre le conocía del bar y una noche le escuchó presumir de haber comprado un pequeño piso para cosas de varones. En el barrio decían que era hombre de dos casas.
