Con la novela "El tiempo mientras tanto" Carmen Amoraga se alza como finalista del premio Planera 2010.
Una emocionante historia que reflexiona sobre lo efímero de la vida, las segundas oportunidades y la necesidad de ser feliz
María José se muere en un hospital, inerte en un coma sin retorno, víctima de un accidente de coche. Y Pilar, su madre, intenta ser como las enfermeras y hablarle con cariño, porque eso es lo que han dicho que haga, pero no sabe muy bien qué decir. Porque Pilar nunca ha dicho lo que sentía o lo que pensaba y ya es demasiado tarde. Paco, su padre, sin embargo, no se resigna y cada día llega con su periódico y sus caricias y el amor por su hija que lo inunda todo. Tampoco lo hace Marga, la mejor amiga de María José, que solo puede ir a verla una vez a la semana, pero que cuando está allí le proyecta todo el cariño de que es capaz.
Pilar no traga a Marga porque, por fin se lo confiesa a sí misma, siente que le ha robado siempre el cariño de su hija. Y es que Pilar nunca se ha atrevido a nada en la vida, ni a lo bueno ni a lo malo. Vive una vida insulsa con Paco, al que busca mortificar en pequeñas cosas cotidianas, menudencias que son su venganza mezquina y particular por una vida que no le ha gustado vivir. Se ha pasado el tiempo soñando despierta con el hombre que la abandonó y solo ha conseguido amargarse ella y a todos los que la rodean.
La distancia que la ha separado siempre de su hija se hace más dura ahora que no puede eliminarse. Igual que cuando descubrió que su marido sabía de los amores de María José y ella no; igual que cuando comprende que su amiga Marga sabe por qué se divorció María José y ella no. Ahora ha encontrado el diario de infancia de su hija, un diario que dejó de escribir en mitad de una frase y por el que ha entendido, por fin, el profundo y absorbente amor que María José sintió desde niña por Joaquín, el mismo que muchos años después se convirtió en su marido y al que María José abandonó apenas un año después de la boda.
Joaquín también va a ver a María José sin que Pilar lo sepa. Porque después de toda una vida de sentirse adorado por ella y no hacerle caso, ha descubierto su amor cuando ya es demasiado tarde.
María José es una gran mujer que no tuvo suerte en la vida. Es lo que dice Marga, su amiga, y Pilar no puede responder porque se da cuenta de que no lo sabe, de que no conoce a su hija y, aunque sea demasiado tarde, quiere remediarlo.
Pilar daría lo que fuera por volver a vivir y esta vez estar ahí para su hija y contarle que a ella también le rompieron el corazón y la dejaron incapaz de amar y de saborear lo bueno de la vida. Y entonces se da cuenta de que, aunque María José esté en coma, puede hablar con ella y contarle todo lo que ha estado guardando durante tantos años, desahogar toda la bilis que ha llevado dentro.
Y le habla de su vida, de su infancia en Orán, donde sus padres emigraron para trabajar en un hotel. De su vuelta a España y, sobre todo, le habla de su enamoramiento irracional del primer caradura que le dice un piropo, Fermín. Su ceguera por no querer ver que Fermín era un chulo, un cobarde, un vago que quería vivir de forma convencional pero sin esforzarse para ello. Le habla de su engaño y su abandono que nunca logrará superar y que la hará infeliz a ella y a todos lo que están a su alrededor.
Mientras, Paco, el padre de María José, no tiene otra cosa en la cabeza que la realidad de que su hija se le muere y su hija es su vida, lo es todo. Y, sin embargo, ahora, cuando lo único bueno de su vida se está muriendo, no deja de pensar en los pechos entrevistos de Cleopatra, la enfermera cubana que cuida las noches de María José, que tiene una hija de siete años en Cuba que siempre le pregunta cuándo va a traerla con ella, pero que en su afán por trabajar, por conseguir dinero, por ahorrar, no encuentra un hueco para buscar piso, colegio y estabilidad.
Es a través de Cleopatra como Pilar conoce a Goumba, un chico senegalés de diecinueve años que solo habla francés, que llegó a España en patera y que se ha quedado tetrapléjico de una caída en la calle. Todo el amor que ha estado reprimiendo durante toda su vida se vuelca en este niño solo y asustado que lo único que quiere es volver a ver a su madre, y que no pierde la sonrisa a pesar de su tragedia.
Así, a lo largo de los meses en que María José se desliza sin estridencias hacia la muerte, el mundo dará un giro de ciento ochenta grados. Pilar se volverá más amable, Paco, más alegre, Joaquín, más humano y Marga, más vulnerable. Goumba encontrará una familia y Cleopatra la fuerza y el apoyo para reunirse por fin con su hija.
