El trabajo infantil, diversidad y consenso es el título del nuevo libro publicado por las ongs Proyecto Solidario y Save The Children. Se trata de un conjunto de aportaciones y conclusiones en forma de artículos, fruto de la colaboración de varios expertos e instituciones procedentes de España y de Latinoamérica. Sus páginas, recogen reflexiones sobre lo que denominamos trabajo infantil, que en realidad es una gran diversidad de situaciones y circunstancias. Algunas de las que se describen en este libro son quizás poco conocidas, como la organización tradicional del trabajo familiar en el mundo indígena andino.
El contenido es también un ejercicio de consenso, resultante de un seminario, que se celebró el año pasado, para alcanzar una base común entre la multitud de actitudes que adoptan los distintos organismos, ante esta problemática.
En el prólogo del libro, el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Pedro Núñez Morgades, explica que Las causas que abocan al trabajo infantil son muy variadas y habría que contemplarlas de forma diferenciada pero no por ello tenemos que cejar en el empeño de intentar garantizar a los niños y niñas de todo el mundo unas condiciones de vida dignas.
El trabajo infantil, es una realidad que afecta a más de doscientos millones de menores en todo el mundo, quienes realizan trabajos para subsistir, en muchos casos en condiciones de explotación.
La Convención sobre los Derechos del Niño aprobada por Naciones Unidas en 1989 definió claramente el marco donde deben situarse los menores hasta 18 años como actores sociales. En este sentido se establece el derecho a la no explotación, entre otras la laboral. Prácticamente todos los países han ratificado esta Convención, aunque los procesos para su total cumplimiento llevan ritmos diferentes.
Igualmente la OIT (Organización Internacional del Trabajo) ha legislado sobre el trabajo infantil, teniendo amplia repercusión los convenios 138 y 182 que marcan criterios sobre la edad mínima para trabajar en el primer caso, y concretan las formas más graves de explotación laboral infantil.
Estos documentos muestran la preocupación internacional por este fenómeno que no cesa de aumentar en continentes como Asia, África y América Latina, pero también alarmante en países desarrollados como Estados Unidos.
A todo ello hay que unir la realidad concreta de millones de niños, niñas y adolescentes que se ven obligados o abocados a trabajar a una edad en la que deberían recibir educación y formarse como personas.
Un representante de los niños trabajadores viene a España
Para presentar esta publicación, viene desde Bolivia el joven Hipólito Gonzales. Es un experto real en trabajo infantil. Conoce el tema desde dentro, porque ha pasado por diferentes trabajos desde los siete años, y ha participado activamente en los movimientos de menores trabajadores, hasta llegar a ser presidente regional y nacional de este colectivo. Hasta hace unos años era el presidente del grupo de menores trabajadores de Sucre.
Su aportación está recogida en el libro y en el documental de video elaborado el año pasado. Su presencia es importante porque hay muchas cosas que no se pueden escribir o grabar con una cámara. Su viaje a España estaba previsto el año pasado para participar en el seminario junto con los demás expertos. Sin embargo, en esos días la crisis sociopolítica que padeció Bolivia tuvo cortadas sus comunicaciones durante días, e impidió el viaje.
Hipólito Gonzales acude en representación de muchos niños y niñas que trabajan en el país andino. Para las ongs promotoras, Proyecto Solidario y Save The Children, sería impensable abordar cualquier tema que afecte o se refiera a los menores, y a sus Derechos, sin contar con su participación como máximos protagonistas
Proyecto Solidario y Save The Children son dos ongs muy señaladas en la defensa de los Derechos de la Infancia y, en particular, de los menores trabajadores. Aportan sus conocimientos, experiencias y planteamientos en la materia. Ambas organizaciones trabajan en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas y su ámbito de actuación no solo se reduce a España sino también al resto del mundo
La mayoría de los niños que trabajan a tiempo completo lo hacen en el sector agrícola comercial, pero hay niños trabajando en multitud de sectores: servicio doméstico, minería, pesca de gran profundidad (buceadores), construcción, material deportivo, calzado deportivo, equipamiento quirúrgico, cerillas y pirotecnia, carbón vegetal, fábricas de cristal y cerámica.
En la India: esclavizados, en canteras, en el campo, servicio doméstico, , alfombras, saris de seda, cigarrillos beedies, joyería de plata. artículos de piel (incluyendo calzado y material deportivo), alfombras de lana tejidas a mano, piedras preciosas sintéticas y naturales, diamantes, prostitución, restaurantes, trabajo doméstico, teterías y moteles.
No todo el trabajo infantil, evidentemente, es tan repugnante como las formas más peligrosas y explotadoras. Incluso los más fervientes partidarios del no- trabajo infantil reconocen que tareas apropiadas pueden aportar a los niños habilidades y responsabilidades, mantener unidas a las familias y contribuir a los ingresos familiares. Al evaluar el alcance del trabajo infantil y dibujar soluciones, es crucial definir qué es el trabajo infantil, y distinguir formas explotadoras de formas apropiadas.
En el sur de Asia trabajan más de 100 millones de niños, de los que un 20% hacen jornadas de 13 horas diarias por un sueldo de entre 15 y 20 euros al mes, diez veces menos de lo que ganaría un adulto
En Latinoamérica, donde trabajan 17 millones de niños de entre 5 y 17 años, las ganancias de estos menores suponen del 10 al 20% de los ingresos de sus familias.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT),"el trabajo forzoso, la esclavitud y el tráfico criminal de seres humanos en especial mujeres y niños están creciendo en el mundo y adoptando nuevas e insidiosas formas". El reclutamiento obligatorio de niños para conflictos bélicos, considerado como una de las peores formas de trabajo infantil, está también en auge.
En Latinoamérica, la industria de la minería y los lavaderos de oro se enriquece con el esfuerzo de miles de niños de 5 a 17 años, a quienes pagan tres euros al día. Asimismo, la extracción artesanal de oro, los secadores de piedra pómez y la fabricación de ladrillos - todos ellos tipificados como trabajos altamente peligrosos- son el destino de gran parte de los 17 millones de menores que trabajan la región.
Esta no tiene una solución fácil, ya que el salario de estos niños representa un importante porcentaje de la balanza de pagos de muchos países pobres. A este respecto, se calcula que las ganancias de los menores de 17 años en Latinoamérica suponen entre un 10 y un 20% de los ingresos de sus familias.
Las largas jornadas y las penosas condiciones en que estos niños realizan su trabajo impiden su acceso a la educación, los agota física e intelectualmente y, al mismo tiempo, provocan en esos países graves efectos socioeconómicos, como el aumento del desempleo en la población activa, pues estos menores ocupan el puesto de trabajo de la población adulta.
¿Por qué trabajan los niños y niñas?
Aunque en los países desarrollados algunos menores eligen trabajar para lograr una cierta independencia económica, el informe se centra en los millones de niños y niñas que son abocados al mundo del trabajo debido a la pobreza. En la mayoría de los casos ni ellos ni sus familias tienen la opción de elegir. Entre las principales razones que encontramos está la pobreza, la ruptura familiar, el VIH/SIDA, el bajo coste, legislación inadecuada
La educación es esencial para prevenir la explotación laboral infantil, porque proporciona los conocimientos que darán a los niños y niñas opciones de futuro. La no escolarización es a la vez una causa y una consecuencia del trabajo infantil.
En muchos países, llevar a las niñas y niños a la escuela supone una pérdida de ingresos para las familias y, al mismo tiempo, un alto coste en concepto de matrículas, uniformes o material escolar. Sin un compromiso de las autoridades en materia de educación, millones de niños y niñas seguirán corriendo el riesgo de abandonar sus estudios para trabajar.
El esfuerzo legislativo y judicial es también absolutamente necesario para poner fin de manera efectiva a la explotación laboral infantil